El país y Santander reconocen lo que ha sido la postura de la comunidad del área metropolitana de Bucaramanga, representada por el Comité Santurbán, frente a la minería de las multinacionales en el páramo de Santurbán. Durante más de quince años, miles de personas en las calles de la ciudad rechazaron y expresaron su inconformidad frente a la presencia de las multinacionales mineras en el ecosistema más importante para la vida en la región. La comunidad es consciente del significado del páramo y el peligro que significa la explotación del oro por parte de las multinacionales mineras, que contaminan a perpetuidad las aguas que el páramo suministra a más de un millón trescientas mil personas que pueblan el territorio.

Hoy, frente al cambio climático, el páramo enfrenta otro peligro. En el artículo “Descubriendo los secretos del páramo”, del profesor Fernando Rondón González, profesor titular de la Escuela de Biología de la Universidad Industrial de Santander, publicado en el libro Tesoros inéditos de Santander, edición realizada por la rectoría de la UIS en 2024, y cedido a Encuentros para su publicación en esta edición, el autor revela una situación bastante preocupante ante el avance de un hongo que ataca directamente el frailejón, planta que hace parte fundamental del proceso de producción de agua en el páramo: “en una localidad del Páramo de Santurbán, y con el debido permiso de la comunidad aledaña, instalamos parcelas en las que se evidenciaron los efectos y la velocidad de la herbivoría por insectos en los frailejones de la especie Espeletia conglomerata”, advierte. Y prosigue: “Producto de este acercamiento académico, se constató un efecto del cambio climático: por causa del desplazamiento en altitud de ciertos cultivos hacia zonas paramunas, los insectos plagas de estos cultivos han encontrado un nicho en la flora típica de páramo, lo que la ha enfrentado a posibles enfermedades e incluso a infecciones por hongos”.
Tanto el cambio climático como la megaminería atentan peligrosamente contra la existencia de la fábrica del agua. Una coyuntura que invita a seguir consolidando la consciencia y el conocimiento de la realidad que, en el presente, quieren desconocer las megamineras y los sectores políticos y sociales regionales, que consideran la minería en los ecosistemas esenciales para la vida como una oportunidad maravillosa, estratégica para alimentar su codicia. ¿Qué significa el oro ante la posibilidad de contaminar a perpetuidad el agua?
Una medida como la resolución 0221 de 2025 (3 de marzo), por la cual se produjo la declaración de “una Zona de Reserva de Recursos Naturales Renovables de carácter temporal en el costado occidental del macizo de Santurbán, en jurisdicción de los municipios de Suratá, Matanza, California, Vetas, Charta, Tona y Bucaramanga”1, es una medida de protección para 75 357 hectáreas, vigente por dos años, para cuidar el agua, la biodiversidad y las cuencas de los ríos alto Lebrija y Cáchira Sur. El ministerio considera que la medida busca proteger las fuentes hídricas esenciales para más de 1.3 millones de personas, garantizando el cuidado de la biodiversidad y avanzando hacia una gestión sostenible del territorio. Esta medida no afecta la agricultura, la ganadería, la infraestructura ni las licencias de construcción, actividades que continúan bajo las disposiciones del ordenamiento territorial y la vigilancia de la autoridad competente. Reconoce la tradición minera de los municipios de Vetas, California y Suratá y garantiza la continuidad de procesos de formalización, que se vienen adelantando con los pequeños mineros tradicionales, y no afecta, no frena las actividades mineras que cuentan con título minero e instrumento minero y ambiental vigentes.
Hacer claridad sobre lo que significa esta resolución, va a permitir que prime la verdad frente a las innumerables mentiras que se tejen alrededor de esta. Afortunadamente, el ministerio de Ambiente y Desarrollo Social (MADS) hizo realidad esta resolución, que con el número 0221 del 3 de marzo de 2025, gana una nueva batalla frente a los intereses de las multinacionales mineras. Con esta determinación, se posibilita un periodo de dos años donde la megaminería se suspende, brindando una oportunidad para reforzar el trabajo que garantice el cuidado de la biodiversidad, y se pueda avanzar en la construcción de mesas de trabajo con la participación de la academia, para documentar investigaciones que permitan fortalecer las medidas que deban tomarse para proteger el ecosistema.
Los intereses por sacar el oro, sin importar los impactos que la minería tiene en el páramo, al destruir los acuíferos y contaminar el agua, se sustentan en la ambición y la codicia, que destruyen una buena parte de los ecosistemas fundamentales en el país. El oro brilla frente a los ojos de la codicia, y el agua pura, transparente y limpia, abraza la piel para hacer posible la vida.
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